Vivía una tejedora
dedicada a su pasión:
tejía días y horas
sin descanso o dilación.
Cada retal era una historia,
cada hilo una canción
que unía sin demora
las tramas de la acción.
Todas aquellas historias
salían de su corazón;
y le preguntaba, observadora,
su hija con emoción:
- ¿Qué cuento, qué memoria
tejes madre en esta ocasión?
- "El vuelo de los Ledas" toca ahora,
escucha con atención.
"Sucedió una vez en Seteh un gran
levantamiento de rebelión que no era el primero ni sería el último, pero que
vio nacer una leyenda inmortal que de seguro pervivirá hasta el final de
nuestro tiempo; esto es, si nadie la verifica o desmiente con éxito en algún
momento de nuestra historia.
Se dice que una gran agente, de
nombre o apellido Leda, pereció en aquella revuelta dejando a cuatro criaturas
solas en este mundo. Se dice también que la Capitana de la época estaba
enamorada de ella en secreto y, en su dolor por la pérdida, adoptó a los
mellizos sin tardar: dos niñas, Kassia y Hesper; y dos niños, Karsten y Panos. Los
cuatro de la misma edad, los cuatro con el mismo pasado, los cuatro con el
mismo destino.
Los días pasaron y las noches
también, y los que fueran bebés un día crecieron a la vez. Juntos,
inseparables, fuertes y audaces. Persistentes en su empeño y, siguiendo un
sueño, llegarían a ser grandes agentes como su madre antes que ellos.
Se dice que los cuatro se separaron
y emparejaron en el trabajo: ingresando Kassia y Hesper en el Departamento de
Misiones Especiales, mientras que Karsten y Panos lo hicieran quizá en el Departamento
de Investigación Científico-analítica. Se dice que fingieron que sus caminos se
separaban ligeramente, que los cuatro se dedicaban a sus especialidades con
empeño y que nada fuera de lo común o rutinario parecía poder llegar a pasar.
Pero
llevaban dentro un río de sangre que ardía con mil rayos de Pronto y su
entrenamiento había sido excelente y unitario desde la cuna. Habían nacido y crecido
con la fuerza y el poder de un todo: cuatro mentes percibiendo cuatro mundos,
pero pensando al unísono como una sola. Una voluntad férrea e indivisible que
les llevaría a volar hasta lo más alto... entre las sombras.
Y
la Capitana lo sabía.
La
rebelión de Seteh había estado dormida, recuperando fuerzas, durante casi
veinte años. Aquel golpe que había acabado con Leda, había sido sofocado de
inmediato pero nunca aplacado, pues nunca es posible domesticar del todo a una
bestia encarcelada y sedienta de odio cuando conoció una vez la libertad. La
situación era tensa y delicada, pues si no hacían nada seguirían reuniendo
fuerzas y si hacían algo la guerra volvería a estallar. El conflicto directo
parecía inevitable.
Pero
no lo fue.
Valiéndose
de las amplias capacidades de los cuatro jóvenes, la Capitana tomó una decisión
arriesgada, secreta y unilateral de la que –estoy segura- deseaba no tener que
arrepentirse nunca. Una pequeña delegación secreta, tan sólo compuesta por
ellos cuatro, fue enviada al Continente Maldito desde el norte, dando casi toda
la vuelta al globo para afrontar Seteh desde el sur. Separándose en parejas,
bordearon las Garras de Eris con cuidado de no quedar atrapados y desembarcaron
en la desembocadura de los ríos Phobos y Deimos en mitad de la noche.
Se
dice que fueron ellos en ese momento los primeros en llevar a cabo la maniobra acuática
que los agentes aún conocen como “Cygnus”,
el viaje por el agua. Karsten y Kassia se introdujeron en las aguas de Phobos y
Panos y Hesper lo hicieron en Deimos, o quizá fuese al revés. Equipados con
respiradores, ascendieron río arriba buceando, hasta alcanzar la mismísima
entrada a los Montes Lágrima dos días después.
Se
dice que atacaron en silencio, como serpientes deslizándose en la noche,
indujeron un profundo sueño en los guardas con sedantes y, como las alas de la
muerte, descendieron sobre todos los líderes y segundos al mando de la rebelión.
Cuando los centinelas despertaron a la mañana siguiente, el único vestigio de
su presencia fueron una treintena de cabezas cortadas y expuestas en lo alto de
la colina más cercana, formando entre ellas una sola palabra: Avisados.
Sobra
decir que los malditos tardaron más de cien años en intentar una nueva
insurrección, tal fue su miedo a semejante muerte silenciosa y certera. La
última batalla de la guerra habría sido ganada antes de haber comenzado,
gracias a cuatro agentes sin rostro hoy perdidos en el tiempo.
Algunos
dudan si esto pasó de verdad o si los Ledas siquiera existieron. Otros afirman
que es cierto y que ese fue su primer trabajo, pero no el único. Otros van más
allá y perjuran saber que la tradición continuó, que el espíritu de los Ledas permaneció
vivo en nuevas generaciones de agentes: dos varones y dos hembras, de la misma
edad y grandes capacidades, entrenados en su máximo potencial y con una
relación muy estrecha entre ellos; tan sólo siendo conscientes de su existencia
los propios agentes y los Capitanes bajo cuyas únicas órdenes sirven en el más
absoluto secreto...
Es verdad que muchos nombres se han
ocultado y otros se han olvidado o se olvidarán, es verdad que la historia
podría no ser del todo cierta,... pero la esencia de leyenda aún perdura
susurrante entre las paredes de Nubes Retis, generación tras generación, con la
dulce promesa de poder llegar a ser parte de algo más grande que uno mismo; como
un excitante secreto a voces con el que todos sueñan aunque, cuando llegua la
hora de alzar la voz, nadie admita creerlo cierto."