miércoles, 24 de septiembre de 2014

La tejedora de historias: El vuelo de los Ledas.


Vivía una tejedora 
dedicada a su pasión: 
tejía días y horas 
sin descanso o dilación. 
Cada retal era una historia, 
cada hilo una canción 
que unía sin demora 
las tramas de la acción. 
Todas aquellas historias 
salían de su corazón; 
y le preguntaba, observadora, 
su hija con emoción: 
- ¿Qué cuento, qué memoria 
tejes madre en esta ocasión? 
- "El vuelo de los Ledas" toca ahora, 
escucha con atención.


            "Sucedió una vez en Seteh un gran levantamiento de rebelión que no era el primero ni sería el último, pero que vio nacer una leyenda inmortal que de seguro pervivirá hasta el final de nuestro tiempo; esto es, si nadie la verifica o desmiente con éxito en algún momento de nuestra historia.
            Se dice que una gran agente, de nombre o apellido Leda, pereció en aquella revuelta dejando a cuatro criaturas solas en este mundo. Se dice también que la Capitana de la época estaba enamorada de ella en secreto y, en su dolor por la pérdida, adoptó a los mellizos sin tardar: dos niñas, Kassia y Hesper; y dos niños, Karsten y Panos. Los cuatro de la misma edad, los cuatro con el mismo pasado, los cuatro con el mismo destino.
            Los días pasaron y las noches también, y los que fueran bebés un día crecieron a la vez. Juntos, inseparables, fuertes y audaces. Persistentes en su empeño y, siguiendo un sueño, llegarían a ser grandes agentes como su madre antes que ellos.
            Se dice que los cuatro se separaron y emparejaron en el trabajo: ingresando Kassia y Hesper en el Departamento de Misiones Especiales, mientras que Karsten y Panos lo hicieran quizá en el Departamento de Investigación Científico-analítica. Se dice que fingieron que sus caminos se separaban ligeramente, que los cuatro se dedicaban a sus especialidades con empeño y que nada fuera de lo común o rutinario parecía poder llegar a pasar.
Pero llevaban dentro un río de sangre que ardía con mil rayos de Pronto y su entrenamiento había sido excelente y unitario desde la cuna. Habían nacido y crecido con la fuerza y el poder de un todo: cuatro mentes percibiendo cuatro mundos, pero pensando al unísono como una sola. Una voluntad férrea e indivisible que les llevaría a volar hasta lo más alto... entre las sombras.
Y la Capitana lo sabía.
La rebelión de Seteh había estado dormida, recuperando fuerzas, durante casi veinte años. Aquel golpe que había acabado con Leda, había sido sofocado de inmediato pero nunca aplacado, pues nunca es posible domesticar del todo a una bestia encarcelada y sedienta de odio cuando conoció una vez la libertad. La situación era tensa y delicada, pues si no hacían nada seguirían reuniendo fuerzas y si hacían algo la guerra volvería a estallar. El conflicto directo parecía inevitable.
Pero no lo fue.
Valiéndose de las amplias capacidades de los cuatro jóvenes, la Capitana tomó una decisión arriesgada, secreta y unilateral de la que –estoy segura- deseaba no tener que arrepentirse nunca. Una pequeña delegación secreta, tan sólo compuesta por ellos cuatro, fue enviada al Continente Maldito desde el norte, dando casi toda la vuelta al globo para afrontar Seteh desde el sur. Separándose en parejas, bordearon las Garras de Eris con cuidado de no quedar atrapados y desembarcaron en la desembocadura de los ríos Phobos y Deimos en mitad de la noche.
Se dice que fueron ellos en ese momento los primeros en llevar a cabo la maniobra acuática que los agentes aún conocen como “Cygnus”, el viaje por el agua. Karsten y Kassia se introdujeron en las aguas de Phobos y Panos y Hesper lo hicieron en Deimos, o quizá fuese al revés. Equipados con respiradores, ascendieron río arriba buceando, hasta alcanzar la mismísima entrada a los Montes Lágrima dos días después.
Se dice que atacaron en silencio, como serpientes deslizándose en la noche, indujeron un profundo sueño en los guardas con sedantes y, como las alas de la muerte, descendieron sobre todos los líderes y segundos al mando de la rebelión. Cuando los centinelas despertaron a la mañana siguiente, el único vestigio de su presencia fueron una treintena de cabezas cortadas y expuestas en lo alto de la colina más cercana, formando entre ellas una sola palabra: Avisados.
Sobra decir que los malditos tardaron más de cien años en intentar una nueva insurrección, tal fue su miedo a semejante muerte silenciosa y certera. La última batalla de la guerra habría sido ganada antes de haber comenzado, gracias a cuatro agentes sin rostro hoy perdidos en el tiempo.
Algunos dudan si esto pasó de verdad o si los Ledas siquiera existieron. Otros afirman que es cierto y que ese fue su primer trabajo, pero no el único. Otros van más allá y perjuran saber que la tradición continuó, que el espíritu de los Ledas permaneció vivo en nuevas generaciones de agentes: dos varones y dos hembras, de la misma edad y grandes capacidades, entrenados en su máximo potencial y con una relación muy estrecha entre ellos; tan sólo siendo conscientes de su existencia los propios agentes y los Capitanes bajo cuyas únicas órdenes sirven en el más absoluto secreto...
            Es verdad que muchos nombres se han ocultado y otros se han olvidado o se olvidarán, es verdad que la historia podría no ser del todo cierta,... pero la esencia de leyenda aún perdura susurrante entre las paredes de Nubes Retis, generación tras generación, con la dulce promesa de poder llegar a ser parte de algo más grande que uno mismo; como un excitante secreto a voces con el que todos sueñan aunque, cuando llegua la hora de alzar la voz, nadie admita creerlo cierto."