sábado, 22 de junio de 2013

Sobrevolando el infierno - Capítulo I: Bennu.


     Las risas y conversaciones absurdas, se sucedían a su alrededor a tanta velocidad, que parecía imposible escucharlas, entenderlas y dar una respuesta coherente antes de que alguien abriese la boca de nuevo. Ese era su mundo, un gran saco lleno de personas, edificios y ruido, en el que nunca había un uno, sin un dos y un tres a continuación. Sin silencio, sin descanso, sin paz... mareaba de sólo pensarlo. Por eso, Bennu, no solía pensar. Se limitaba a dejar la mente en blanco, respirar pausadamente y seguir trabajando en el laboratorio mientras sentía que las horas caían y se desvanecían gota a gota, como cualquiera de los productos que manejaba armada con guantes, gafas y mascarilla ante sus matraces, tubos de ensayo y pipetas. Nada le molestaba debido, principalmente, al aislamiento voluntario al que solía someterse. 
     Ese día en concreto, estaba más callada y absorta de lo normal. Tanto, que no vio a Alicia hasta que chocó con ella tirándola al suelo, junto con las cajas de archivos del 1983 que ésta transportaba. 
     - ¡Ay! ¡Mi pierna! -Gimió su pequeña y delgaducha compañera desde el suelo. 
     - ¡Lo siento! Iba distraída... pensando en las reacciones del ácido telurhídrico... sus posibilidades... 
     - Bennu...
    - ...yo no te había visto... después chocamos... las cajas se cayeron... 
     - Bennu... 
     - ... yo... yo... no quería... lo siento mucho... de verdad... 
     - ¡Bennu! 
     - Oh, vaya, lo siento. ¿Qué decías? ¿Quieres que llame a un médico? 
     - No. 
     - Pero... 
     - ¡Tranquilízate! A mí no me pasa nada. No te preocupes, estoy bien. -Sonrió su amiga conciliadora.- Además, las cajas ni siquiera se han abierto, podría haber sido mucho peor... 
     - Lo sé y lo siento. -Añadió Bennu entre confusa y abochornada. 
     - Aprovechando la ocasión, creo que deberíamos tomarnos un descanso. ¿Te apetece un café? Venga, yo invito.

*          *          * 

     La pequeña cafetería de la empresa seguía tan ecléctica como siempre con sus llamativas paredes imitando un apetitoso pastel de dos sabores sin mezclar: rojo cereza del suelo a la cintura y cremosa nata blanca de la cintura a un techo de un color parecido al gris brillante del suelo, que bien podría haber sido la cuchara lujuriosa que sostiene un bocado del dulce postre. Todo esto, junto con las mesas de plástico color madera, proporcionaban una confortable sensación de tranquilidad que todos agradecían. Especialmente en comparación con las electrizantes paredes blancas de los laboratorios y los despachos en los cuales, incluso el olor, recordaba a un hospital silencioso y excesivamente pulcro. 
     Nada más entrar, Alicia se encaminó hacia la barra situada a su derecha, tras la cual se encontraba la amable y joven camarera sentada en un taburete. Apoyaba la cabeza sobre sus brazos, que reposaban lánguidamente sobre el mostrador, su media melena rubia lucía tan alborotada como siempre y su cara que reflejaba un mortal aburrimiento, fruto de la falta absoluta de clientes. 
     Por supuesto, las recibió con una sonrisa en cuanto las vio entrar, mientras sus ojillos aguamarina agradecían en silencio aquella visita. 
     - Hola, Sofí, ¿Me pones un café largo con dos azucarillos? 
     - ¡Faltaría más, Li! ¿A ti te pongo algo, Bennu? -Preguntó Sofía con la mejor de sus sonrisas. 
     - Sí. Una manzanilla. Hoy no me encuentro muy bien... 
     - Es cierto, no traes muy buena cara. Trabajáis todos demasiado últimamente. Deberíais tomaros las cosas con más calma y hacerme más visitas. -Les reprochó la amable camarera. 
     - Ya, ya... tú lo que quieres es que utilicemos nuestro sueldo para aumentar el tuyo... -la pinchó Alicia- ¿acaso te has cansado ya del despampanante Mercedes rojo que tienes aparcado ahí fuera y quieres comprarte otro coche nuevo? 
     - ¿Mercedes? ¿Tienes un Mercedes? No sabía que hubieras cambiado de coche. -Intervino Bennu. 
     - Pues sí. Aquí donde la ves, nuestra querida y servicial camarera ha recibido ese cochazo como regalo de cumpleaños. Es lo bueno de tener un novio con “gran poder adquisitivo”. 
     - Y tú lo que tienes es una envidia como una casa de grande, pero de las que vienen con jardín y piscina incluidos. -Contestó entre risas la aludida.- Pero ya que te quejas tanto y os habéis dignado a pasar por aquí tras casi un mes sin veros, hoy invita la casa. 
     - Gracias, Sofi. Tú sí que sabes alegrarnos las mañanas. -La aduló Alicia mientras intentaba sin éxito enderezar su coleta de mechones castaños.- Pero yo creo que me pondría aún más contenta si, al salir, me llevases a dar una vuelta en esa maravilla... 
     - ¡Ja! Puedes seguir soñando, pero hoy no puede ser. Iker lo necesita para un asunto de negocios... algo relacionado con no-se-qué proyecto nuevo de compra-venta de la empresa y lo vendrá a buscar en breve, si es que no se lo ha llevado ya. 
     - ¿Y tú? ¿Cómo vas a volver a casa? -Preguntó Bennu. 
     - Pues la verdad es que ahora que lo dices… ¿algún alma caritativa con coche podría evitarme la molestia de coger el transporte público? 
     - A mí no me pongas ojitos de cachorro maltratado -consiguió decir Alicia a duras penas, con dos horquillas entre los dientes- que yo aún viajo en autobús, como casi todo hijo de vecino. 
     - Pues yo tampoco puedo, hoy pensaba quedarme a hacer un par de horas extras... 
     - ¿Horas extras? Bennu, es viernes, tienes cara de cansada y mañana también trabajamos, deberías irte a casa y acostarte temprano. 
     - No puedo, Li, tengo que terminar unos informes o se me seguirá acumulando el trabajo. Además estoy bien, no te preocupes, no estoy cansada. 
     - ¿Seguro? Esos informes pueden esperar, pero tu salud no... De todas formas, tú sabrás lo que es mejor para ti. -Concedió finalmente con una sonrisa nerviosa. 
     - Bueno -dijo Sofía con cara de mártir- entonces creo que me toca coger el autobús a mí también...




miércoles, 19 de junio de 2013

Sobrevolando el infierno - Prólogo


<< Mamá... mamá... ¿Dónde estás, mamá?
Por favor mamá...
Te echo de menos...
Sé que debí quedarme contigo...
Madre... no debí...
Pero lo hice... y ahora estoy solo... en la oscuridad...
La noche está tan fría...
Mamá... por favor... encuéntrame...
Las lágrimas nublan mis ojos... la lengua me sabe a óxido y sal...
Mamá... ayúdame...
La sangre huye de mi cuerpo... mis manos tiemblan...
Mamá...
Mi boca trata de llamarte... pero no lo consigue...
Todo mi ser tiembla de terror...
¿Por qué yo?...
Madre... ya no puedo más...
Me duele respirar...
Mi corazón se ralentiza... tiene sueño... de eternidad.>>


"Sobrevolando el infierno"

Hace ya casi dos años, comencé a escribir la que en su momento pretendía ser mi primera novela; una obra de misterio, intriga y asesinato. En cierto momento y con tan solo quince capítulos escritos, decidí dejarla de lado por un tiempo por ciertos motivos; entre ellos, que se me ocurrió la idea para la serie de novelas de ciencia ficción que me encuentro escribiendo ahora (cuyo primer libro ya está acabado y espero publicar pronto) y que los capítulos me parecían demasiado cortos en comparación con lo habitual en el mundo novelístico.
Precisamente por la razón de que los capítulos no son muy largos, que no creo que sea una novela que llegue a publicar como tal y que, a pesar de ello, me gustaría motivarme para terminarla, he decidido ir publicándola aquí poco a poco entremezclada con las demás entradas. Espero que os guste y os enganche.