Es difícil dejar de pensar,
poner la mente en blanco,
apagar la luz un rato
y, simplemente, desconectar.
Es difícil permitirse olvidar
los nombres, los rostros, las manos
que pueblan nuestros retratos
y atormentan con su mirar.
No hay mayor foto que la vida,
ni mayor olvido que la noche,
ni más cruel marco que el día.
No hay rostro más fiero que el reproche,
ni mano más dulce que la amiga,
ni nombre que merezca otro nombre.
viernes, 22 de febrero de 2013
Retratos
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