domingo, 11 de agosto de 2013

Poeta


¿Qué escribes, poeta,
ocultando tu mirar
tras esa triste careta,
tras esa sonrisa inquieta,
tras tu lento caminar?
Admite que es cosa cierta
que, al ocultarte tras la puerta,
no puedes sino llorar.
Es oscuro el camino
que discurre sin destino
alrededor del altar
de las musas indiscretas.
Es oscuro el camino,
incierto, siempre distinto
y, a la vez, siempre igual.
Sabes bien, triste poeta,
que el amor huye de ti,
que las palabras caen sin cesar,
como tus lágrimas caen al mar
del olvido, del miedo, del fin.
Al intentar conseguir tus metas
sólo destruyes y luego queda
una hoja blanca, desierta,
que llenar al escribir.
¿A quién le importa, poeta,
lo que escribes aquí?
¿A quién le importa, alma muerta,
lo que será de ti?
Seguirás escondiendo tras la puerta
las lágrimas que riegan tu cantar.
Seguirás naciendo y muriendo, mientras
tu dulce sangre color carmín
dibuja ambiciosa las letras
que adornan tu cielo de estrellas,
pálidas, pequeñas y agoreras.
Es una vida sin par,
una maldición rastrera,
la que tienes por ser poeta,
la que tienes por soñar.
Nadie entenderá jamás
lo que pasa por tu cabeza,
lo que te hace sonreír,
lo que te hace llorar.
Nadie entenderá jamás
por qué sufres así
tan sólo por ser poeta,
por ser de mente abierta,
por atreverte a imaginar.
Qué haces, pues, aquí
también te preguntarás.
Es sencilla la respuesta,
mi pequeño colibrí,
y llegarás a descubrir
que estás aquí para volar,
que estás aquí para vivir.



2 comentarios: