sábado, 19 de octubre de 2013

Sobrevolando el infierno - Capítulo IX: Confesión.



     Bennu abrió la puerta, entró, esperó a que pasase Li y cerró de golpe inquieta. Era la primera vez que entraba en su casa alguien que no fuesen ni Mateo ni ella desde que su hermana ya no estaba. Se tocó el pelo con la mano, nerviosa, y pasó a su lado cabizbaja casi sin atreverse a mirarle a la cara. Dejó sus zapatos en una esquina y las llaves en un bol encima del mueble de la entrada. Colgó su bolso y su abrigo en un pequeño perchero y tendió el brazo hacia Li para que le diese los suyos.
     Li le tendió sus cosas despacio, mirando a su amiga fijamente pero con calma, intentando capturar su mirada. Pero Bennu seguía distante con un nivel de nerviosismo y agitación palpable en el ambiente.
     Alicia observó con atención todo lo observable en la pequeña entrada cuadrada del piso de Bennu. A parte del pequeño mueble bajo de la entrada situado al lado de la puerta -en el que apenas cabían el cuenco de las llaves y el soporte de un teléfono inalámbrico- y el perchero en el que descansaban los bolsos y abrigos de ambas, sólo había dos puertas y un sencillo marco con una foto colgado en la pared contraria. La foto, muy antigua en blanco y negro, parecía estar tomada en un puerto marítimo típico de las ciudades turísticas de la costa. En ella, aparecían un grupo de niñas pequeñas, todas con el mismo uniforme: un vestido blanco, zapatos negros y un sombrerito de paja con un lazo. Junto a las niñas aparecían tres monjas sonrientes, una de las cuales sostenía un cartel con la siguiente frase “Orfanato Nuestra Señora del Dulce Consuelo. Marzo de 1984.”
     - Bueno, ¿quieres un café? -arremetió Bennu, muy nerviosa- yo, al menos, no creo que pueda con otra cerveza...
     - Si, es cierto. -dijo Li sonriente- yo tampoco creo que pueda con otra y un café nunca viene mal.
     Bennu abrió una de las dos puertas para entrar ambas en la pequeña y apretada cocina. Li se sentó en una silla y siguió observando a su amiga. Ésta, se acercó a uno de los armarios y fue sacando consecutivamente un paquete de café, el azúcar y dos tazas.
     - Bueno... -dijo Li como quien no quiere la cosa- ¿por dónde íbamos?
     - ¿Te ha gustado la foto de la entrada? -Preguntó Bennu, aparentemente cambiando de tema.
     - Si, supongo que si... ¿tiene algo de especial?
     - ¿No has visto nada raro? ¿No te has fijado en nadie en particular?
     - Bueno... me ha extrañado que tuvieses una foto tan antigua de una excursión de un orfanato... pero no me he fijado en nadie... ¿debería haberlo hecho? -Añadió Li, sospechando a qué se podría referir Bennu.
     - En ese orfanato crecimos...mi hermana y yo.
     - ¿Tu hermana? ¿Tienes una hermana?
     - Tenía. Ella y su novio murieron hace unos doce años, cuando yo tenía dieciocho y acababa de entrar en la facultad para estudiar química -Respondió Bennu con la mirada perdida, mientras volvían a su mente las imágenes del pasado.
     - Oh vaya... -Susurró Li sin saber muy bien qué debía decir.
     - Fue un momento muy duro, la verdad, estuve a punto dejar los estudios porque también tuve que ponerme a trabajar para mantenernos, como me empeñé en quedarme con Mateo...
     - Espera, ¿te empeñaste en “quedarte” a Mateo? -preguntó Li, cortante.
     - Si, es que... en realidad Mateo no era mi hijo, era mi sobrino. -Dijo Bennu entre lágrimas- El único hijo de mi hermana Ari y su novio, David. Cuando ellos murieron... bueno, los servicios sociales intentaron llevárselo, pero yo ya tenía dieciocho años, así que lo adopté como si fuese hijo mío. De hecho, él siempre me llamaba mamá... aun sabiendo que yo no era su madre...
     Li se quedó un momento callada mientras trataba de procesar toda aquella nueva y extraña información. Bennu era huérfana. Mateo no era hijo de Bennu, era su sobrino, el hijo de su hermana muerta años atrás...entonces, ¿Bennu ahora estaba completamente sola?
     - Y... ¿no tienes más familia? -Volvió a preguntar Li.
     - No... ya no me queda nada... -Continuó Bennu aún con un brillo en la mirada, buceando en sus recuerdos.
     Li se dio cuenta de que Bennu trataba de mantener la calma y la serenidad, que trataba de ser fuerte y de no venirse abajo. Aun así, pudo ver cómo varias lágrimas se fugaban de sus ojos burlándose de su control y desafiando a su aparente entereza.
     - Supongo que por eso nunca le cuento casi nada a nadie... -siguió Bennu- es como si mi vida fuese una especie de sueño, una especie de ilusión irreal que me envuelve y dentro de la cual sólo estábamos Mateo y yo...era como si en realidad no existiese nadie...y ahora estoy sola.
     - Eh, Bennu, no estás sola, -dijo Li poniéndose de pie y acercándose un poco a ella por detrás- siempre puedes contar conmigo. No lo olvides. Por muy sola que te sientas, por muy mal que te encuentres, puedes contarme lo que quieras que yo te escucharé y apoyaré en todo.
     - ¿No te he dado ya la tabarra lo suficiente? -Preguntó ella dándose la vuelta y mirando a su amiga mientras trataba de sonreír- Yo que creía que te enfadarías conmigo cuando te contase todo esto y que creías que sobreprotegía a Mateo...
     - La verdad...es que sí que lo pensaba. -Confesó Li agachando la cabeza- Me daba la impresión de que le dabas demasiada importancia a que anduviese deambulando por ahí con chicos bastante más mayores... En eso tengo que pedirte disculpas, nunca me imaginé que esto fuera tan grave... aunque bueno, aún no se sabe que fue lo que pasó de verdad...igual no tiene nada que ver...
     - ¿Realmente lo crees o lo dices para tranquilizarme? -La mirada de Bennu mostró una nueva resolución.
     - ¿Tranquilizarte? ¿por qué? Bennu...no tendrás pensado intervenir, ¿no? Por favor, ¡dime que no vas a hacer ninguna locura! -Dijo Li con cara de susto, temiéndose lo peor.
     - Bueno, en principio dejaré que la policía haga su trabajo, pero más les vale encontrar a esos malnacidos antes de que los encuentre yo.
     - Bennu -la apremió Li asustada- ten en cuenta que es un asesino, o varios, si ha sido capaz de matar una vez...
     - Pues si ha sido capaz de matar una vez, creo que tendrá que matar otra vez para poder evitar su propia muerte. -Respondió Bennu tajantemente.
     Li pudo ver entonces el auténtico dolor que sufría Bennu. No sólo le habían robado a su niño, todo lo que tenía y aquello que más quería, también le habían robado sus ganas de vivir, sus esperanzas, parte de su futuro y el único vínculo que le quedaba con su hermana mayor, la única familia que había conocido. Se lo habían quitado todo. Y el culpable iba a pagar con creces. La decisión ya estaba meditada, tomada y planeada, y Li pudo sentirlo tan sólo con mirarla a los ojos.



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