Vivía una tejedora
dedicada a su pasión:
tejía días y horas
sin descanso o dilación.
Cada retal era una historia,
cada hilo una canción
que unía sin demora
las tramas de la acción.
Todas aquellas historias
salían de su corazón;
y le preguntaba, observadora,
su hija con emoción:
- ¿Qué cuento, qué memoria
tejes madre en esta ocasión?
- "Corazón
de hielo" toca ahora,
escucha con atención.
"Fue y es, como ha sido siempre,
misión de aquellos que trabajan al amparo de Alma la de custodiar las
misteriosas y míticas puertas sagradas con recelo y cuidado, vigilando sin
descanso quién las cruza y las traspasa. Su cometido es vital y primordial para
la seguridad de nuestro mundo, pero también para todos aquellos que desconocen
la inmensidad del universo y la identidad de los extraños que les visitan con
la oscuridad de la noche... y de sus propias almas.
Siendo un trabajo tan importante, no
es hoy ningún secreto que sus ubicaciones fueron antaño secretas, para evitar
el desastre que algunas fugas ingenuas, aventureras o peligrosas pudiesen
causar. Tampoco son hoy desconocidos para muchos los límites a los que algunos
estaban dispuestos a llegar para evitar lo que parecía inevitable,... el traspaso del Umbral y el
despertar de la Dama de hielo.
Corrían tiempos de paz y felicidad
en un continente en el que Pronto parecía brillar por primera vez. Los Malditos
habían sido exiliados a Seteh, las seis hermanas habían concluido su visita,
las instituciones de las seis Terrae comenzaban a caminar solas y los erlinos
parecían confiar unos en otros de nuevo, al igual que en sí mismos. Tal era la
felicidad y dicha que les embargaba, que a alguien algún día, se le ocurrió la
feliz idea de decir: “las nubes que
parecían oscurecer el cielo, bajaron al suelo para acompañarnos y que podamos
ver la luz”; y así fue como nuestras seis instituciones serían conocidas
como Nubes a partir de ese momento.
Pero con las seis hermanas de vuelta
a donde quiera que hubiesen ido, el conocimiento de las puertas sagradas y cómo
traspasarlas permaneció con los erlinos... pero no tanto la protección que ellas
ejercían sobre los Umbrales, la cual recayó en la joven Orden de los Ermitaños.
Sucedió –como sucede siempre- que
los Malditos querían recuperar su poder salvaje de antaño y dejar que el miedo
y el poder de la fuerza bruta cabalgasen rampantes y desbocados por el
continente de la estrella. Sucedió también que, para desgracia de los
ermitaños, una de las puertas se encontraba escondida en algún lugar de Seteh
y, más si cabe que a ninguna otra, debían protegerla.
Pero no lograron mantenerla oculta
por mucho tiempo.
En lo más profundo y frío de la más
profunda y fría cueva, dos ermitaños perdieron la vida una noche justo antes
del fin de su turno. Los dos que deberían sustituirles más dos agentes de
refuerzo, siguieron su suerte a la noche siguiente. La puerta había sido
descubierta, su Umbral claramente traspasado y su difícil protección en terreno
tan angosto ponía en peligro todo aquello por lo que luchaban.
Los gobernadores se reunieron y
opinaron, ofreciendo la solución de soldarla, pues la propia estructura de la
puerta estaba construida en el metal sagrado de las hermanas y podría ser
sellada de esta forma. Pero a muchos no les pareció suficiente o duradero; el
sello podría ser fácilmente derretido por los criminales.
Entonces la primera Suma y Única
Sacerdotisa de Alma, la angelical Ninlil, la entonces llamada Dama de blanco, por
cuya sabiduría y calidez era amada y respetada en toda Erlia, tomó bajo su
responsabilidad el conseguir una solución y pidió a su joven discípula y futura
sucesora que la acompañase de vuelta a su santuario sagrado para meditar y
rezar a Alma. Éste se encontraba en el cabo más septentrional, tras cruzar las
más escarpadas montañas del continente, en un lugar hoy desierto, donde no
queda nada; donde se dice que el viento sopla tan fuerte que ayuda al espíritu
a volar;.
Alma acudió en su ayuda y le otorgó
una solución. En la estepa invernal que es Seteh, ninguna llama mortal ardería
lo suficiente para soldar la puerta, pero tampoco para derretirla. La
Sacerdotisa sería bendecida con un poder espiritual, una fuerza interior con la
que Alma canalizaría su propio poder a través de su querido ángel y congelaría la
puerta. Pero Ninlil debía tener cuidado: Hasta que el proceso terminase, no
debía perder nunca el contacto físico con la puerta.
Llegó el día señalado y un gran
destacamento de tropas se adentró en Seteh para asegurarse de proteger a la
Sacerdotisa, pero estos eran los primeros tiempos, la era en la que los
Malditos eran todavía muy fuertes, estaban llenos de ansias de sangre y no había
nada que les importase perder más que aquella puerta: su única vía de escape
del infierno congelado.
En
medio de una batalla encarnizada, tan sólo unos minutos antes de que Ninlil
finalizase, dos asesinos se abrieron paso hasta la sacerdotisa y consiguieron
apartarla de la puerta. Pero ya era demasiado tarde.
Era demasiado tarde para los
malditos, pues la puerta, aun no estando sellada del todo, ya era
infranqueable. Era demasiado tarde para los dos asesinos, pues el hielo que
fluía a través de la mujer los congeló al instante. Era demasiado tarde para la
sacerdotisa, pues este hielo que aún albergaba su cuerpo no encontró una nueva
vía de escape y se alojó en su corazón, congelándolo para siempre y, con él, su
sonrisa y su dulzura. La Dama de hielo había despertado.
Los médicos lo intentaron todo, los
ermitaños lo estudiaron todo, pero el espíritu de Ninlil estaba tan maldito
como la tierra que lo destrozó. Tras años impasibles sin solución, despojada y
alejada de su vida y de su cargo, prendió fuego a su santuario en un intento
demente de dejar tras ella algo cálido en el mundo y se acercó al abismo del
acantilado que hoy lleva su nombre, dejando que aquel fuerte viento se llevase
tanto su espíritu como su cuerpo.
Es por esa razón y por su memoria
que, a partir de ese momento, todas las generaciones de sacerdotisas no poseen ningún
lugar concreto de residencia y que las altas montañas del norte se conocen como
los Montes Suicidas, pues sólo aquellos que desean entregar su vida a los
vientos y a las aguas de Nabia se aventuran a traspasarlos.
En cuanto a la puerta sagrada,
permanece cerrada, pues ningún fuego mortal puede arder lo suficiente en la
estepa congelada para derretirla. Pero, como el trabajo no fue terminado,
cuentan las leyendas que quizá haya un fuego que si pueda: un fuego inmortal;
la clase de llama que no arde en la tierra sino en el alma, persistente e
insistente, alimentada por todas aquellas pasiones que alborotan las aguas,
agitan los vientos y desatan tormentas."
¡Guau, qué profundo! Cada vez vamos conociendo más detalles, por medio de la tejedora, sobre Erlia y sus historias. Estoy asombrada de la imaginación que tienes y cómo lo expresas-
ResponderEliminarMe alegro de que te parezca profundo y no un lío. Jajajaja.
EliminarConocer más detalles de Erlia es la principal finalidad de estas historias. No hay mejor forma de conocer a un pueblo que a través de sus mitos, pues muestran su forma de pensar y qué les importa realmente de la vida. Espero estar consiguiéndolo como Erlia y los erlinos se merecen.
Muchas gracias por comentar y espero que te sigan gustando.
Buenísimo, sigue así.
ResponderEliminarMuchas gracias.
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