Bennu se encontraba sola en su cocina, con
la luz apagada, tomando un té mientras observaba la anaranjada luz de las
farolas aún encendidas y el inminente amanecer a través de la ventana abierta.
La noche había transcurrido tranquila y
casi se podía respirar la nueva paz que flotaba en el ambiente tras haberse
esfumado todo rastro de tensión, nerviosismo y preocupación. Las cosas
empezaban a ir bien de nuevo y su vida comenzaba a florecer como la precoz e
inminente primavera. A pesar de encontrarse aún a mediados de abril, Démeter
había querido madrugar ese año y había despertado de su largo sueño invernal
sorprendiendo al mundo con la belleza de los colores que creaba a su paso.
No tenía planes para ese día. Hacía diez días
que todo su mundo se había puesto del revés, en ese maldito sábado que el
destino tiñó de sangre. 10 de abril de 2010. Un día desgarrado por dolor y
lágrimas, para siempre marcado en la historia de su vida.
Aún permanecía de baja por depresión pero
esa silenciosa mañana de martes se sentía tranquila. No bien, pero sí
tranquila. Ensimismada en sus pensamientos, perdida en el cielo nuboso de la
mañana, con una sonrisa un tanto hierática adornando su pálido rostro.
Cuando los primeros rayos de sol apenas se
asomaban tímidamente tras el tejado del edificio de enfrente, alguien llamó a
la puerta. Bennu se acercó perezosa al interfono y ojeó la pantalla para tratar
de averiguar de quién se trataba. En ella, tan sólo consiguió distinguir a un
hombre alto de espaldas a la cámara, cubierto con un enorme abrigo negro y un
gorro del mismo color, mirando nervioso a ambos lados de la calle.
- ¿Quién llama? -Preguntó Bennu
descolgando el auricular
- ¿Bennu? ¿Puedo hablar contigo un
momento? -dijo el hombre dándose la vuelta y clavando una mirada demasiado
seria para sus ojos ante la cámara.
-
Sí, claro Javi, sube -Contestó Bennu, pulsando el interruptor para abrirle la
puerta.
Tras pasar brevemente y a carreras por el
baño para comprobar que su ropa estaba en su sitio y su pelo en condiciones
visibles, se dirigió a la puerta y la abrió expectante e inexplicablemente
nerviosa.
- Buenos días, Bennu. -Saludó Javi en
cuanto llegó al umbral de su puerta- Siento molestarte tan temprano, pero es
muy importante y muy urgente.
- No pasa nada, entra.
Bennu se fijó en que Javi se paraba a
tratar de limpiar minuciosamente los zapatos en el felpudo y la curiosidad le
hizo fijarse más detenidamente.
- ¿Ha estado lloviendo? Traes los zapatos
y el bajo de los pantalones llenos de barro.
- No, la verdad es que no... Ayer tuve una
reunión a las afueras y me ensucié al salir. Como llevo toda la noche
trabajando y me urgía venir a hablar contigo, no he querido perder tiempo
pasando por casa a cambiarme...
- ¿Tan importante es?
- Mucho, de hecho, si no te importa,
preferiría que nos sentásemos en algún sitio. Tengo papeles que mostrarte. -Dijo
él, haciendo notar un maletín en el que Bennu no había reparado.
- De acuerdo. Pasa a la cocina. Por aquí.
¿Quieres un café?
- No gracias. No me apetece nada.
–Respondió el inspector mientras abría el maletín y revolvía el interior,
haciendo notar sin motivo la cantidad de documentos que portaba.
- Pareces nervioso... –Susurró ella.
- Tengo motivos para estarlo, pero todo a
su tiempo. Primero quiero comprobar que los datos del caso son correctos, explicarte
por qué creemos que tu hijo estaba metido en una banda y avisarte de lo que
ello conlleva. Veamos...- murmuró para sí, mientras continuaba buscando- sí,
aquí está la ficha, Mateo Ruiz Expósito, hijo de David Ruiz Otero y Ariadna
Expósito Expósito, ambos fallecidos en accidente de tráfico en 1998, cuando
Mateo contaba con 6 años. Tutora legal, tía materna y madre adoptiva del menor:
Bennu Expósito Expósito... ¿Correcto?
- Si, de momento es todo correcto...
–Confirmó Bennu con un nudo en la garganta.
- De acuerdo... –masculló Javi.- Párame y
corrígeme si en algún momento me equivoco. La fecha de nacimiento de Mateo fue el
24 de marzo de 1992, por lo que cumplió la mayoría de edad el pasado 24 de
marzo que, si mal no recuerdo creo que fue... ¿miércoles?
- Si, fue miércoles.
- Y ese mismo sábado, 27 de marzo, fue
cuando llamaste a comisaría para decir que se había marchado de casa y aún no
había vuelto.
- Si. Se marchó el viernes por la tarde
tras nuestra última discusión y no volvió en toda la noche...ni en toda la
mañana siguiente, así que al final llamé.
- Pero él se había marchado por voluntad
propia y era mayor de edad, así que la policía legalmente no podía hacer
nada... ¿Sabes si Mateo celebró o tenía intención de celebrar su cumpleaños con
algún amigo?
- No... creo que no... al menos no con nadie
de su instituto,... Según tengo entendido no tenía muchos amigos allí... tenía
amigos por el barrio, pero de todas formas no los conozco personalmente.
- Bennu, ¿cuál es tu horario de trabajo?
- Bueno... normalmente de diez de la
mañana a dos del mediodía y de cuatro a ocho de la tarde.
- ¿Vuelves a comer a casa?
- No, como en el trabajo
- ¿Y Mateo dónde comía?
- Comía aquí cuando llegaba del instituto.
Solía dejarle comida preparada o algo fácil y rápido que pudiera preparar él.
- Tengo entendido que sacaba muy buenas
notas y en el informe de la revisión de su habitación consta que poseía numerosos
libros de lectura entre los que se encuentran libros...digamos...inusuales para
alguien de su edad por la complejidad de los temas.
- Si, le gustaba mucho leer libros de todo
tipo...novelas históricas, ensayos filosóficos,...y a veces poesía. Y todo de
libros más dirigidos a adultos que a jóvenes. Respecto a sus notas...la verdad
es que era muy inteligente, prácticamente no le costaba esfuerzo.
- Así que, en conclusión, Mateo era un
niño huérfano, criado por su joven tía (a la cual llamaba igualmente mamá), con
un alto cociente intelectual: muy buenas notas y responsable, pero pocos
amigos, mucho tiempo libre y muchas horas solo en casa. Lo que muchos
considerarían un niño modelo sin grandes desafíos que solventar.
- Si, la verdad es que sí...pero sigo sin
ver a dónde nos lleva esto.
- Muy sencillo. Te voy a leer por encima y
resumir unos fragmentos de un libro de psicología social que te he traído.
Primero, dice sobre las razones de la socialización que el ser humano es social
por naturaleza, por lo que tiene una necesidad natural de interacción con el
resto de las personas. La necesidad de interacción da lugar a una posterior
necesidad de aceptación, lo que crea un miedo al rechazo. La metodología
inconsciente a seguir para evitar dicho fracaso, está condicionada por este miedo
y consiste básicamente en un alejamiento progresivo de la realidad en el cual la
persona extrae los sucesos de su contexto, los reinterpreta y, a partir de ahí,
responde de una determinada forma repetidamente hasta convertirla en una acción
de la cual no puede salir y que utiliza como mecanismo defensivo.
- ¿Lo que me estás queriendo decir es que
mi hijo tenía miedo a ser rechazado, comenzó a hacer algo que no debía para
poder encajar y que continuó haciéndolo con la excusa de socializar hasta que ya
no supo cómo salir o dejarlo?
- Si, en este caso es básicamente eso. Por
otra parte, según este libro y mi propia experiencia, el perfil social habitual
de un miembro de una banda callejera es de un hombre joven, con alguna
característica o rasgo discriminatorio, con un hogar desestructurado y mucho
tiempo libre en soledad, lo que le empuja a buscarse compañía y una “familia”
en la calle.
- ¿Una familia
en la calle? ¿Mateo? Por dios, Javi, ¿tú oyes lo que estás diciendo? ¿por
qué tendría que buscarse otra familia Mateo teniendo todo lo que tenía? era
listo, inteligente, amable, cariñoso,...
- Si, era un buen chico. Tan buen chico
que despertaba envidias. La inteligencia siempre ha sido por desgracia un rasgo
discriminatorio en esta sociedad. Todo aquél que destaca para bien genera
envidia y la envida genera muros insalvables. Respecto a lo de hogar
desestructurado, aunque Mateo te tuviese a ti, el hecho de que tus auténticos
padres estén muertos es una carga para cualquiera...y por lo que sé de ti, creo
que lo comprendes. Además tú te pasabas casi todo el día fuera. Comía solo,
estudiaba solo...prácticamente vivía solo. Las bandas callejeras son una
tentación es ese aspecto: Ofrecen una especie de vida en común basada en la
protección mutua y en un hermanamiento que les lleva a compartirlo todo.
Infunde un sentimiento de aceptación que se asemeja al de una familia
auténtica. Lo peor viene cuando todos los miembros acaban pensando exactamente
igual por el llamado “pensamiento de grupo” que termina por anular el
pensamiento individual. En ese punto son vulnerables y, por lo tanto,
fácilmente influenciables.
- Entonces... ¿esta es la única explicación
que me ofreces? ¿mi hijo pertenecía a una banda callejera?
- Si. Esa es la teoría más lógica. Además
también explica que se fuese tan rápido sin necesidad de pensar dónde iba a
dormir, que haya muerto por heridas de arma blanca y que no se hayan molestado
en ocultar su cuerpo. En caso de que fuese un ajuste de cuentas entre bandas o
algún tipo de aviso, el o los asesinos querrían que los miembros del bando
contrario se enterasen.
- Entonces ahora sólo queda encontrar al
asesino mediante las pruebas que ya tenéis y podréis darme el cuerpo de mi hijo
en pocos días para que lo entierre, ¿no?
- En parte todo esto que has dicho es
cierto, tenemos que encontrar a su asesino y lo haremos, no lo dudes. Pero la
mención por tu parte de la futura entrega del cadáver para que lo entierres me
lleva a otra cuestión que también quería comentarte... respecto a un suceso
ocurrido esta noche y que va a dificultar este punto.
- ¿De qué se trata? –dijo Bennu empezando
a preocuparse.
Javier agachó la cabeza con pesar y culpa,
evitando mirarla a los ojos antes de contestar.
- Alguien ha entrado esta noche en el
edificio de análisis y estudios forenses de la policía y ha robado el cadáver
de Mateo.
Hala, lo dejas así y te quedas tan ancha.
ResponderEliminarPor supuesto. Hay que mantener el suspense, que si no me abandonáis y os olvidáis de la historia...
EliminarAl menos ahora ya sabéis qué es lo que se llevaron en el capítulo anterior, por si alguien no lo había adivinado todavía.