(Entrada propia. Re-post de "Your soul is unbreakable". 02/05/12)
Hubo una vez un hombre, que vivía en una bodega bajo el suelo y nunca salía. Siempre había querido conocer el sol, por lo que se pasaba la vida solo, quejándose de que su casa no tuviese ventanas, de que estuviese bajo tierra, de que la puerta estuviese cerrada. Refunfuñaba y maldecía por su mala suerte, porque no podía tener lo que quería.
Hubo una vez un hombre, que vivía en una bodega bajo el suelo y nunca salía. Siempre había querido conocer el sol, por lo que se pasaba la vida solo, quejándose de que su casa no tuviese ventanas, de que estuviese bajo tierra, de que la puerta estuviese cerrada. Refunfuñaba y maldecía por su mala suerte, porque no podía tener lo que quería.
Hasta
que un día, se dio cuenta de que si no podía ver el sol desde su casa, tendría
que buscarlo. Se acercó a las escaleras y subió y subió...hasta llegar a la
puerta, la abrió y pudo por fin contemplar el sol.
Hubo
una vez un hombre, que vivía en el campo y adoraba la fruta y la verdura, recoger
cereales para hacer pan con la harina y adornar su casa con flores. Se pasaba
la vida sentado ante su puerta observando cómo pasaban las estaciones deseando
que la primavera trajese una buena cosecha y la tierra diese los grandes frutos
que nunca daba. Refunfuñaba y maldecía por su mala suerte, porque de la tierra
no crecía nada más que hierbas y rastrojos.
Hasta
que un día, se dio cuenta de que si quería que la tierra diese frutos
apropiados, debía ser él quien los plantase y aprendiese a cuidarlos, pues no
iban a aparecer ellos solos. Se puso manos a la obra y a la siguiente temporada
recogió los frutos del trabajo bien hecho.
Hubo
una vez un hombre, que naufragó en un bote en el mar. Pasaba los días sentado
en el pequeño bote soñando con volver a su ciudad, mirando el cielo y añorando
su hogar. Le deprimía pensar que la corriente no le llevaba donde él quería y
que cada vez le quedaba menos comida. Refunfuñaba y maldecía por su mala
suerte, porque a su alrededor sólo había agua con sal.
Hasta
que un día, se dio cuenta de que si necesitaba volver a casa, debía ser él
quien cogiese los remos e impulsase el bote, en vez de confiar su destino a las
corrientes indecisas que gobernaban el mar. Comenzó a remar y en unos pocos
días, halló tierra firme.
Hubo
muchas veces...y hubo muchas personas. Y todas llegaron a la misma conclusión:
No puedes dejar que pase tu vida esperando a que llegue lo que deseas y como lo
deseas, o a que te den las cosas hechas. No puedes despreocuparte y confiar en
que todo saldrá según como tú lo prevés.
Si
quieres algo, has de luchar por conseguirlo, porque la vida no te va a regalar
nada sin más.
Como
dice mi abuela siempre, en su infinita sabiduría: El que algo quiere, algo le
cuesta; y si quieres las cosas bien hechas y a tu gusto, tendrás que hacerlas
tú.
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